Viviendo en un mundo marcado por el día a día y por el futuro más inmediato, pocas veces tenemos tiempo de pararnos a pensar, reflexionar o simplemente a apreciar lo vivido.
Todas esas experiencias que nos definen como somos y nos dan perspectiva de lo que realmente nos apasiona, creando un histórico que nos permita trazar nuevas expectativas en el horizonte.
La intensidad de todo lo acontecido durante la pasada Copa ACB, no nos había permitido todavía, asimilar, repasar y compartir con todos los ballers lo que ha sido para nosotros una experiencia increíble.
Desde el jueves 16 al domingo 19 del pasado mes de Febrero, Badalona se convirtió en el epicentro del baloncesto europeo. La Copa del Rey reunió a los ocho mejores equipos de la liga endesa, sin duda alguna, la mejor liga doméstica del continente. Un formato de éxito gracias a la competitividad de los equipos y la hermandad entre las aficiones rivales.
Dicho torneo se está implementando en otras ligas europeas con mayor o menor éxito, pero lo que más llama la atención es la ya sabida opinión de la NBA, la cual lleva tiempo intentando adaptarlo en su liga.
Es curioso que durante ese mismo fin de semana, también se dispute el All Star de la NBA. El fin de semana de las estrellas. Un evento que en nuestra opinión, más que deporte, es un espectáculo que ha ido perdiendo interés e incluso su esencia.
La competitividad es un factor clave para atraer interés. Se puede crear un evento más o menos espectacular, pero sin tensión competitiva todo lo demás parece demasiado artificial.
La Copa ACB es un título valioso y los ocho equipos que la disputan saben que tienen opciones de lograrla. Lo mejor de todo es que no están solos. Les acompañan miles de aficionados volcados con su equipo, pero todavía más con el baloncesto y el querer pasarlo bien.
Ahí está otros de los motivos por los que hace la Copa tan especial: la afición.
De verdad que no queremos sonar a tópico. No sabemos si es el aura del baloncesto, si los aficionados somos más cerebrales o simplemente porqué amamos demasiado nuestro deporte, en un país en el que predomina el fanatismo futbolero. Pero es increíble ver a toda una marea de colores distintos en una misma fan zone, conviviendo en paz, bromeando y hasta animándose entre ellos. Como de si una gran familia se tratara, todo el mundo es bienvenido. Es algo mágico.
Badalona, una ciudad que respira basket por los cuatro costados, 38 años después albergó otra Copa del Rey.
Repasamos algunos momentos “alejados del parqué” que pudo que pudo captar nuestra cámara a través de #BeBallChronicles.